La Gallística en México
Las peleas de gallos como entretenimiento y recreación se remontan en nuestro país a los años 1700. Aunque no hay registros que señalen la fecha exacta de la introducción del gallo de pelea a México se deduce que debió ser con la llegada y expansión de Hernán Cortes a Cuba, en dónde se importó esta tradición desde España y Santo Domingo a los países del caribe.
En la hoy conocida como Casa de Mascarones en la calle de San Cosme, existió una granja avícola en dicho solar después de la conquista de Tenochtitlan. En una ordenanza dada el 3 de Julio de 1579 por el virrey Martín Enríquez de Almanza dice: “Mando que de aquí en adelante en esta Nueva España,
en cada año cada indio sea obligado a criar en su casa doce gallinas de Castilla y seis guajolotas, so pena de que el valor de las que hasta la dicha cantidad dejase criar, lo cual sea la tercera parte para la cámara de su majestad y las otras dos partes para el juez denunciador, los gobernadores y los alcaldes del pueblo.”
Debido a la gran afición existente a las peleas de gallos, los relatos no diferencian la cría de gallos de pelea de otros usos. El historiador Morales Padrón hace saber lo siguiente: “durante la colonia cualquier acto político, festividad, natalicio, cumpleaños de la familia real y de otros eventos se aprovechaba para organizar diversiones para todas las clases sociales. A estas asistían todos, desde el virrey y su esposa hasta las clases más bajas en donde eran espectadores de las peleas de gallos”.
En 1794 se construye la plaza de gallos de San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan. Cuatro años después en 1798 se construye el palenque en la calle de Moras en el centro de la Ciudad de México.
Don José de Iturrigaray llego como virrey de la Nueva España en 1803. Este mandatario era aficionado a los gallos de pelea y asiduo asistente al palenque de San Agustín de las Cuevas. La lucha por la independencia no fueron obstáculo continuar las peleas de gallos.
Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX el juego de gallos se mantuvo tanto en el campo como en las ciudades. En las fiestas de las haciendas, los municipios y fiestas particulares se organizaban peleas de gallos. De los más destacado héroes de la Revolución de 1910 aficionados a las peleas de gallos destacan Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa y Emiliano Zapata.
Desde 1821 las contribuciones económicas producidas por el juego de gallos estuvieron incluidas en la Secretaría de Hacienda de México, sin embargo, todo estaba desorganizado; fue hasta 1824, en que se estableció una federación organizacional, gracias a eso el gobierno mexicano percibió por algún tiempo cuantiosos ingresos de la Plaza de Gallos de la capital, en lo que se definía la situación política y administrativa de la metrópoli.
En el año de 1828 el Ayuntamiento de la Ciudad de México concedió autorización para que se llevaran a cabo peleas de gallos el cual tuvo valides por muchos años.
También en 1828, el Sr. Don Luis Ruiz Larios, redactó un reglamento para las peleas de gallos el cual fue aceptado por todos los empresarios, soltadores y múltiples aficionados, éste fue conocido como el Reglamento de Guadalajara o Jalisco.
Palenque de Real de 14 San Luis Potosí, se construyó específicamente para las peleas de gallos en 1789.
En 1839 llego el primer Embajador de España a México, Don Ángel Calderón de la Barca, junto con su distinguida esposa, quien tenía habilidad para escribir narraciones, entre las cuales destaca una carta que envió a su familia en Boston; sus escritos fueron editados por la Editorial Porrúa, “La vida en México”, la cual tiene unas escenas de su visita a la hacienda del Lencero, propiedad del entonces General Antonio López de Santana.
Éstos son citas que describen la gallera del General Antonio López de Santana: “Vimos después de la dependencias y la oficina y también el caballo de batalla predilecto del general, un viejo corcel blanco, quizás un filósofo más honesto que su amo; varios gallos de pelea criados con especial cuidado ya que los gallos de pelea son una de las diversiones favoritas de Santa Anna”.
“Fuimos a los gallos a eso de las 3 de la tarde. La Plaza rebosaba de gente, y los palcos ocupados con las damas parecían un jardín lleno de flores de todos los colores. Pero mientras que las señoras daban el tono al espectáculo, los caballeros se paseaban alrededor del palenque, vistiendo la chaqueta, cualquiera que fuese su condición, señores o menestrales, y esta ausencia de faldones es, sin duda alguna, el modo más apropiado para la fiesta. El Presidente y su comitiva acababan de llegar, y así mismo algunos de los Ministros extranjeros.
Mientras los gallos cantaban con bravura, cruzábanse las apuestas, y hasta las mujeres se entregaban a la influencia de la escena, apostando “sotto voce” desde los palcos con los caballeros, a favor de sus gallos favoritos.
Rara era la ves que se prolongaba la pelea, pues cada gallo llevaba una navaja amarrada en el espolón, de manera que al cabo de pocos minutos, uno u otro sucumben en un mar de sangre.”
Ya para mediados de los años cincuenta, principios de los sesentas, personajes destacados de la política en México como Gonzalo N. Santos (1897-1978), político conocido ampliamente con el nombre del “Alazán Tostado” era gran aficionado a las peleas de gallos y en especial a los gallos blancos.
Otro personaje destacado en la gallística mexicana, y quizá el más famoso criador de gallos en México tanto en volumen de producción como por la calidad de sus aves, fue el famoso Tito Chapa. Patriarca de una familia gallística de abolengo, Don Tito ha sido todo un símbolo dentro de la gallística nacional y creemos que su legado perdurará por mucho tiempo.
Dentro de la historia contemporánea gallística indudablemente la intervención de la industria cinematográfica, al tocar temas directos e indirectos del ave de combate. Actores y cantantes con renombre como Luis Aguilar, Ignacio López Tarso Ernesto Gómez Cruz, Antonio Aguilar, Lucha Villa, Vicente Fernández y entre otros han destacado en papeles donde interpretan a personajes del folklore nacional muy ligados a las peleas de gallos.